Sobre todo en verano se produce la ruptura de muchos matrimonios que ya arrastran consciente o incoscientemente problemas. La psicologa Teresa Barrera para la revista Misión analiza porqué en vacaciones pueden aumentar los conflictos y ofrece unas claves para fortalecerlo.
El verano es un tiempo propicio para descansar tras un curso extenuante y para disfrutar de la familia. Sin embargo, lo que para muchos es un momento de dicha, para otros se acaba convirtiendo en pesadilla. De hecho, las estadísticas muestran que tras la vuelta del verano son numerosas las rupturas matrimoniales.
Pero las vacaciones estivales no son la causa de estas rupturas, sino el detonante, el último eslabón de una situación ya de por sí frágil. EL verano es un tiempo el que la convivencia aumenta y los conflictos que subyacen a lo largo del tiempo salen de forma más explícita a la luz. Para explicar el porqué de esta situación, Teresa recuerda que la intimidad, que es el espacio donde uno se muestra cómo es, manifiesta la realidad en el matrimonio. De este modo, añade que es en la convivencia donde uno muestra sus fortalezas y vulnerabilidades, por lo que, si la estructura de relación es insana a mayor convicencia, mayor posibilidad de conflicto.
Puede darse el caso que durante el curso, el matrimonio llegue a tener una convivencia muy escasa debido a que uno de los miembros o ambos pasen muchas horas fuera de casa trabajando, por lo que en la práctica la relación matrimonial se va convirtiendo en una convivencia de "compañeros" que además se comunican poco.
Por eso si la relación no esta sanamente constituida, lo que en principio debería ser un tiempo de descanso puede provocar un aumento del estrés, poner en jaque el falso equilibrio y generar facturas que desencadenen la posibilidad de una separación.
De cara al verano, hay que trabajar en la relación matrimonial para que la familia tenga una estructura sana que se sostenga a pesar de los conflictos. Porque como afirma Teresa, la prevención de una separación después del verano está en hacer un trabajo previo. Y para ayudar ofrece estos consejos.
1. Sé prudente
Procura que las vacaciones sean coherentes con las necesidades del matrimonio. Si por ejemplo, la relación entre suegra y nuera no es la mejor, lo más conveniente no es que paséis un mes en la playa.
2. Cuida las necesidades básicas
Parece algo obvio, pero no por ello menos importante: encuentra momentos para el reposo, cuida el sueño y la alimentación, haz ejercicio y busca ratos para compartir. El estado anímico, la salud y el bienestar de cada uno repercute en el matrimonio.
3. Para a tiempo las discusiones
Este es un punto de vital importancia. Cuando una discusión sube de tono, es mejor dejar de lado el tema y volver sobre él en otro momento, sin tanta implicación emocional.
4. Vuelve al origen
El matrimonio es una vocación y como tal, los problemas son mucho más fáciles de afrontar si se entiende que el sacramento del matrimonio participa de la gracia sacramental. Recordar esto que con frecuencia se olvida, puede ayudar a elevar la mirada para vivir las dificultades propias de este estado de vida.
5. Revisa tu apuesta
Para que un matrimonio marche bien es fundamental que exista un compromiso libre. De este modo, indica que es necesario poner toda la voluntad para que las cosas mejoren. Y recomienda revisar de 0 a 10 cuanto estas apostando por tu matrimonio. Hay que elevar las apuestas aunque falten las fuerzas.
6. Pon en juego tu libertad
El matrimonio es una donación de uno mismo, según Teresa, en ese caso ...